Con motivo de la fiesta tradicional de la huasteca hidalguense, el Xantolo, este artículo va dedicado a mi papá por habernos contado alguna vez esta anécdota sobre los muertos, que le compartieron en uno de sus múltiples viajes a esta fiesta.
Hace muchos años, en una comunidad del municipio de Huejutla, Hidalgo, sucedió un caso muy triste en la fiesta de los muertos, Xantolo.
En el Día de la Compostura, un señor llamado Juan, a quien no le gustaba trabajar, aún no había ido a la milpa por las flores y palmillas. Entonces su esposa le dijo: “Juan, tienes que ir a la milpa hoy mismo para traer todo lo necesario para el arreglo del arco, también traes hojas de plátanos mientras yo mato al guajolote para hacer un poco de comida y tamales”. Pero Juan, se enojó al escuchar que su esposa mataría al guajolote, y le pidió que no lo hiciera.
La esposa entristecida por esta solicitud optó por matar a un gallo que tenían en su pequeña granja, para ser ofrendado a sus seres fallecidos como bienvenida.
Por su parte, Juan al ir por el camino que conducía a la milpa empezó a escuchar voces y pasos que lo seguían. Cada metro avanzado las voces aumentaban su volumen, pero Juan al voltear no veía a nadie. Así siguió su camino, y ya en la milpa, mientras buscaba lo que le había pedido su esposa, sentía escalofríos de pies a cabeza.
Al regresar a casa, Juan le pidió a su esposa matar al guajolote ya que había escuchado a muertos detrás de él, y no quería arriesgar su vida al no dar una ofrenda bondadosa a dichos seres. La esposa le comentó que era muy tarde para eso, ya que ya había matado al gallo.
Cansado, Juan tendió su petate y se acostó, y al instante se durmió profundamente. Mientras tanto, su esposa ya tenía todo preparado para la ofrenda, y acudió a despertar a Juan; sin embargo, él ya había sido tomado por los seres que lo siguieron hasta la milpa.
Se piensa que los muertos se lo llevaron porque escatimó la ofrenda. Por ello, los lugareños dicen que hay que celebrar la fiesta de los muertos, con lo poco o mucho que se tenga para ofrendar y prender velas, ya que nuestros familiares difuntos al visitarnos se sienten contentos al ser bien atendidos con las ofrendas de los vivos.
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