Hace unos días se reportó el descubrimiento de la variante del COVID-19 más mutada, nombrada ómicron. Si bien aún no se tiene claro el riesgo que esta variante representa, las restricciones de vuelos impuestas por varios países y las reacciones de los mercados vaticinan días complicados.
Recientemente, le reportamos que el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y la Asociación de Internet MX (AIMX) presentaron el estudio “Las Plataformas de Entrega a Domicilio en la Economía Mexicana”, en el que además de reforzar la contribución económica de esta industria (reflejada en el crecimiento del sector restaurantero y en los ingresos de miles de repartidores mexicanos), uno de los grandes hallazgos tiene que ver precisamente con el COVID-19.
De acuerdo con dicho estudio, durante la pandemia, las plataformas de delivery se convirtieron en una válvula de escape para los restaurantes y los consumidores, y ayudaron a evitar hasta 420,771 contagios, 78,498 hospitalizaciones y 35,899 defunciones. Con esta evidencia presente, podríamos asumir que ante una nueva ola derivada de ómicron, los repartidores entrarían al quite de nuevo para evitar contagios mientras que ellos se ganan un ingreso propio con flexibilidad.
Sin embargo, aquí entra la nueva reforma fiscal, la cual, como ya se lo hemos reportado, propone un cobro de 2% del monto total (de ventas) antes de impuestos por cada entrega y ojo, es para todos, la propuesta indica que tanto comercios, repartidores, usuarios y vendedores de bienes en plataformas y marketplaces tendrán que pagar este 2%, no únicamente las plataformas. Es decir, hablamos de un golpe directo a todo el e-commerce y a las millones de personas que trabajan y viven de él (todas las plataformas de entrega de paquetería, alimentos, víveres o cualquier tipo de mercancía, plataformas de entrega a domicilio y todas las fintechs que sirven al ecosistema. Empresas que serán afectadas como Amazon, Mercado Libre, Estafeta, Fedex, Google y Facebook).
¿Ya vio la relación? Una reforma que afecte directamente el bolsillo de los repartidores, usuarios y restaurantes, desincentivaría esta industria y esto se traduce en menos delivery y mayor exposición a contagios.
