Desde hace días Kazajistán se encuentra en un estado de alerta máxima, pues las protestas originadas por el incremento en el precio de los combustibles han convertido a algunas ciudades de este país en autenticas zonas de guerra, en las cuales las fuerzas armadas de Rusia han llegado para instaurar la paz.
Los miles de manifestantes furiosos que han tomado las calles han creado la mayor crisis que Kazajistán no había sufrido desde su independencia en 1991. La situación es insostenible, los muertos se cuentan por decenas y el Gobierno se ha visto rebasado, por lo que pidieron la ayuda de Rusia.
Por ello, unos 2,500 efectivos e la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) se han desplegado en las zonas más afectadas, como la ciudad de Almatý, que es uno de los puntos más calientes, con la intención de restablecer la paz en el país.
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Sin embargo, el secretario general Stanislav Zas, autorizó el uso de armas de fuego si es necesario para frenar los ataques de los manifestantes, quienes son considerados por el presidente Tokaev como una banda de terroristas.
Conforme las protestas se han incrementado, los manifestantes piden que se reduzca el precio de los combustibles, una elección directa de los líderes regionales de Kazajistán y la salida e las fuerzas políticas que han gobernado al país sin ninguna oposición significativa desde que se logró la independencia de la Unión Soviética en 1991.