Wuhan fue la primera ciudad en el mundo en la que se detectó y esparció el coronavirus mejor conocido como COVID-19. Sin embargo, a 3 años del inicio de la pandemia, la ciudad quiere dejar el pasado atrás.
Al ser la primera ciudad en ser victima de la enfermedad, las restricciones y confinamientos fueron más severos que en otras partes del mundo a donde se expandió la situación.
Y aunque fue en 2020 cuando la situación estalló, obligando al Gobierno chino a actuar y poner en cuarentena a toda la ciudad, muchos epidemiólogos y virólogos creen que el COVID-19 empezó a circular desde noviembre de 2019.
“No se podía ni entrar ni salir de casa, y nadie tenía comida suficiente porque era imposible prever cuánto tiempo estaríamos sin salir. No se sabía nada del virus, ni cuántos enfermos había, ni qué síntomas provocaba exactamente, ni cuántas camas habría disponibles. El miedo fue también a que se nos ocultara información. Fue muy difícil al principio”.
Recuerda a EFE la residente Chu Jing
Ahora, tras haber pasado lo peor de la pandemia (al menos en gran parte del mundo) sus residentes no quieren ni recordar el largo confinamiento que sufrieron ni que se asocie el nombre de la localidad al patógeno.
Y aunque China mantuvo una estricta política llamada “COVID cero”, luego de levantarla por terremotos sociales, el gigante asiático ahora opta por convivir con la enfermedad.
Ahora mismo el reto para China hacer frente a la propagación del virus en las zonas rurales durante las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, que caen entre el 21 y el 27 de enero.
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