Alfredo Adame es una de las figuras humorísticas más grandes del país. Sin embargo, ahora nadie le pegó, pues él solito se puso el pie luego de confesar que asesinó a un hombre en su juventud.
Algunos ya no saben ni qué hacer para llamar la atención y para seguir en el trending topic, confiesan un asesinato en vivo.
Parece broma, pero Alfredo Adame tuvo una entrevista en el programa “Todo para la Mujer “, donde muy quitado de la pena comentó que en sus años de juventud alocada asesinó a un hombre en una pelea callejera.
La confesión se la realizó a la presentadora Maxine Woodside, justo cuando el tema a conversar fue el caso del actor Pablo Lyle, quien fue sentenciado tras haber cometido el delito de homicidio involuntario al matar de un golpe a un hombre de 63 años.
Y bueno, para no quedarse atrás, el peleador callejero número 1 de México soltó la sopa a nivel nacional.
Según explicó, cuando él tenía 17 años, un sujeto se la armó de “pedo” y como Adame es de mecha corta, respondió agresivamente soltándole un golpe en el cuello que “tumbó” al agresor.
En ese momento, él y un amigo abandonaron la escena, pero unos días después se habría enterado que ese golpe le quitó la vida al otro hombre y que era hijo de un abogado con fama de ser mafioso.
Sin embargo, a diferencia de Pablo Lyle, Alfredo no tuvo repercusiones de ningún tipo ya que sus papás lo mandaron a esconderse a Lázaro Cárdenas, Michoacán, durante un año.
Así pues, al regresar a la CDMX, asegura (y presume) que no “pasó nada”.
Entonces, ¿todas sus madrizas son una forma de karma?
Como era de esperarse, su declaración hizo que miles de personas resultaran indignadas, ya que confesó un asesinato y hasta la fecha, nunca fue arrestado ni castigado de ninguna forma.
Pero a diferencia de lo que podríamos creer, Adame no tiene miedo a terminar en la cárcel, ya que asegura que fue un accidente y que sólo se estaba “defendiendo”.
Asegura que en caso de que se abra una carpeta de investigación en su contra, estará listo para contratar un abogado y alegar que uso la “legítima defensa”.
De cinta negra a peleador callejero y asesino. ¿Quién lo diría?
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