Ya pasaron dos semanas desde que un tren que transportaba cloruro de vinilo y otros químicos altamente tóxicos se descarrilara en Ohio. ¿Pero cómo va la crisis química?
El accidente ocurrió en East Palestine a inicios de este mes, por lo que se han tenido que evacuar a 5,000 personas y algunas nuevas imágenes sobre una “nube tóxica” han causado indignación internacional.
Sin embargo, no hay muchas noticias oficiales al respecto, ya que en su momento el gobierno de Estados Unidos realizó una “quema controlada” de las sustancias, pero no se ha hablado sobre el impacto ambiental y de salud que tendrá este derrame tóxico a largo plazo.
El secretismo es tal que, en dos semanas desde el accidente, la Casa Blanca no se ha pronunciado al respecto. Además, los medios de comunicación no han dado más lata al respecto y la poca información que se comparte, llega a cuentagotas, como si estuvieran escondiendo algo.
Sin embargo, en los últimos días algunos municipios han empezado a recomendar beber agua embotellada, ya que la nube tóxica y el derrame de los materiales habría afectado el suministro de agua potable.
Y aunque no se trata de la mayor catástrofe de Estados Unidos, sí nos encontramos ante un enorme problema medioambiental que saca los colores a la administración y pone en duda (algo injustificadamente) el trabajo de las agencias oficiales.
Por ahora no hay más información, pero las cosas irán saliendo a la luz en los próximos meses o quizá, en los años por venir.
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