Resulta que la SEDENA adquirirá más de 2.8 millones de bombas de gas lacrimógeno y justifica esta compra como una medida para mantener el “orden interior y seguridad nacional”.
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Sin embargo, surge la pregunta: ¿realmente es necesario un arsenal tan grande?, ¿no que con los abrazos y acusando a los delincuentes con sus abuelitas, íbamos a acabar con la inseguridad?
Así justifica la SEDENA esta decisión
Según la SEDENA, estos proyectiles están destinados a la Policía Militar para usarse en operaciones de seguridad pública.
El gas lacrimógeno, cuyo componente activo es la capsaicina, provoca una intensa irritación y es utilizado para dispersar multitudes.
Este tipo de armamento es catalogado como “menos letal”, pero su efecto sobre las personas puede ser severo, causando desde dolor hasta pánico por la sensación de bloqueo respiratorio.
¿Se puede justificar esta compra?
Mientras el país enfrenta múltiples retos económicos y sociales, destinar recursos a la compra masiva de este tipo de armamento parece, cuanto menos, cuestionable.
¿No sería más beneficioso invertir en medidas que prevengan conflictos en lugar de prepararse para reprimirlos?
La cifra de más de 3.7 millones de unidades, incluyendo otros proyectiles y granadas de humo, parece excesiva, especialmente cuando el enfoque podría dirigirse a estrategias que promuevan la paz y la seguridad desde la raíz.
En lugar de simplemente responder a las manifestaciones de descontento social.
Finalmente, La SEDENA debería reconsiderar sus prioridades y enfocar sus esfuerzos en soluciones más integrales para los problemas de seguridad.
No creemos que incrementar su arsenal de manera tan significativa sea la mejor manera de acabar con la inseguridad en México.
¿Tú qué opinas sobre esta decisión? ¿Debe mantenerse el orden interior con estos artefactos?